"Lo que llamamos casualidad no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido."
Voltaire (1694-1778) Filósofo y escritor francés.-
CasualidadHoy está cumpliendo años mi padre. Hace pocos minutos le hablé por teléfono y se siente muy bien. Su conversación fue como siempre. Tan pausada como la salud le permite. Mi padre fue, durante mucho tiempo, un misterio para mí. Nunca ha sabido mucho de él, pero siempre lo he admirado.
Una de las pocas cosas que siempre he sabido de mi padre, es que fue educado en la devoción de cierta "Virgen", oriunda del pueblo que le vio nacer. Mi padre se crió a dos cuadras de una basílica de esas construidas en los pequeños pueblos de los páramos andinos en nombre de la, llamada por los católicos, "madre de Dios".
La Virgen en cuestión es de un pueblo pequeño, de esos que se pierden en el mapa y que pocas veces conocen en las grandes capitales. Nunca he conocido a nadie de la capital que conociera el pueblo en que nació mi padre, mucho menos que conozca a la Virgen del pueblo.
Mi padre siempre ha tenido fe en ella. Aunque casi nunca menciona el tema. No le gusta hablar de religión.
Hace unos días mencioné que "la muerte" visitó a mi padre, lo saludó y se marchó para regresar otro día en que fuera menos inoportuna, pero hay algo que no mencioné con detalle. Un detalle que luego me impresionó.
Una de mis tías (hermana de mi padre), colocó bajo la almohada de mi viejo una estampa de la Virgen del pueblo aquel en que ellos nacieron. Pasaron los días de grave tensión, vino la muerte, saludó y se fue. Y cuando mi padre sintió que la muerte por fin se había alejado lo suficiente, hizo algo que no esperé. Nos pidió a los presentes que rezáramos un "Avemaría" a la Virgen del pueblo aquel que le vio nacer.
Más allá de mis opiniones acerca del catolicismo, me uní al círculo de oración de las cuatro personas presentes de la habitación en la clínica. Mi tía, mi padre, su esposa y yo. Y sobre el pecho de mi viejo, la imagen de la Virgen es una estampa rectangular con las palabras de una "novena" para el rosario detrás.
Fue después de aquello (como ya conté) que decidí que "tenía que hacer algo con mi vida" y no podía esperar a graduarme. Necesitaba un trabajo, a partir de aquel día mi padre no ha vuelto a trabajar, la salud no se lo permite a pesar de haberse recuperado de la operación. Fue entonces que, entre uno y otro intento desesperado, me aceptaron en el canal.
Lo que no he querido contar hasta ahora es que en el canal hay algo que llamó mi atención desde el primer día que llegué. En la sala de redacción, justo en la computadora del coordinador (o coordinadora según el turno) de noticias, hay una imagen. Una pequeña estampita, exactamente igual a la que mi padre tuvo durante el mes que su vida estuvo "guindando de un hilo" en la clínica.
Cuando llegué no pude evitar mi sorpresa. Pero no quise preguntar a quién pertenecía.
Hace un par de semanas (que ya he agarrado confianza con más personas en el canal) decidí indagar un poco. Ninguno de los periodistas que laboran en el canal sabe nada acerca de cómo llegó esa estampa al escritorio de la coordinación de noticias. Y nadie se ha atrevido a removerla tampoco. Algunos suponen que debió ser un "regalo" que algún televidente le hizo a alguno de los reporteros, pero ésta es la única explicación que he conseguido (y eso que le he preguntado hasta a las señoras que hacen la limpieza).
Lo peor es que nadie en el canal conoce a laa Virgen del pueblo de mi padre. Simplemente saben que es una "Virgen madre de Dios" y que, por eso, no está de más tenerla en el lugar desde donde se coordinan las noticias.
Una cosa más: Nadie recuerda con exactitud cuándo llegó la Virgen, pero todos parecen coincidir en que llegó una o dos semanas antes de que yo entrara a trabajar en el canal.
Todavía me sorprende tremenda casualidad. No se trata de una Virgen conocida por millones de personas (como la Virgen de Fátima o la Guadalupe), sino de la estampa de la Virgen de un pueblo que en tiempos de mi padre no llegaba ni a los mil habitantes, en una ciudad que se encuentran a más de 500 kilómetros de distancia de su pueblo de origen y con aproximadamente 5 millones de habitantes.
Hace poco tenía ganas de traerme la estampita a mi casa para guardarla. Pero al final cambié de idea. Por "alguna razón" habrá llegado la Virgen del pueblo a ese lugar. Y el día que salga de allí, también será "por algo". Lo único que convierte esto en casualidad es mi presencia en el canal.
¡Vaya una casualidad!
Acuario.-
PD.- El escrito anterior es el único, hasta ahora, que aseguro al cien por ciento como "no ficción".