Desesperación...
El texto que sigue, fue escrito el 21 de mayo del año en curso. Terminé de escribirlo a las 2:36 am (según lo indica la fecha en el archivo de la computadora).
Hay una escena que ha estado recurrente en mi mente desde hace muchos años, pero creo que nunca llegué a verla con tanta claridad como cuando me senté a escribir este texto. Soy una persona solitaria (de solitarios está lleno el mundo, al final todos estamos solos), pero además, soy muy reservado en cuanto a mis más profundos sentimientos, deseos y pasiones. A veces hasta los oculto de mí mismo. Tal vez haya sido esta característica, mi principal herramienta para sobrevivir.
Ahora la escena de la que hablaba en el párrafo anterior, la veo lejana y desdibujada. Como el vago recuerdo de una pesadilla que se olvida con la luz del amanecer. La verdad no estoy seguro de la razón de este cambio. Sólo puedo asegurar que la escena empezó a difuminarse justo después de que empecé mis pasantías en el canal.
No soy el único que piensa una escena como ésta. Basta leer las noticias para comprobarlo. Pero me he sobrevivido a mí mismo. Eso ya es algo.
Algunos especialistas dicen que es mejor no hablar de este tema... Otros dicen que los que mencionamos el asunto sólo queremos llamar la atención... Yo la verdad no sé qué es lo correcto. Sólo sé que es algo que no le deseo a nadie.
Tal vez es mejor escribir sobre los asuntos que creemos "superados". De otro modo corremos el peligro de olvidar que "ya pasamos por esa etapa", y que salimos "victoriosos" de ella.
A continuación el texto. La escena:
"21 MAYO 2006
Volví a ver la escena...
estaba acostado en mi cama, tratando de dormir. Y volví a ver la escena.
Estoy en mi auto (el viejo auto que primero perteneció a mi abuelo y luego a mi padre; el mismo automóvil que parece cuidar de mí como si fuera un ángel de la guarda), estoy perdiendo la conciencia debido a los 20 miligramos de cierta droga que acabo de ingerir rápidamente. Supongo que esa dósis es suficiente para matarme, pero no quiero correr riesgos. Y es por eso que sostengo la pistola con ambas manos mientras siento que mis sentidos se apagan.
Previo a este momento estuve en la biblioteca de la casa en la que viví mis primeros años. Allí siempre ha habido un cajón que sólo puede abrirse con llave. Cuando niño lo vi varias veces abierto (aunque fueron pocas), recuerdo perfectamente a mi padre guardando un arma bajo llave en ese lugar. No sé dónde está la llave, pero sé cómo abrir el cajón.
Supongo que mi frente sudó un poco mientras rompía el seguro de la cerradura usando la segueta. Cedió fácilmente luego de un breve momento de trabajo. Bajo la pistola había una caja con balas. En mi bolsillo, el frasco de pastillas. Tomé las llaves y encendí el auto.
Ahora estoy en una calle muy poco transitada por las noches en mi ciudad. Es allí en donde tomo las pastillas (todas de golpe como si hubiera tenido mucha hambre y con ellas me pudiera saciar al consumirlas de un sólo bocado). Sé que tengo que actuar rápido. No quiero fallar.
Meto el tubo de frío acero adentro de mi boca.
...y abro los ojos.
No estaba dormido. He estado despierto todo este tiempo. Viendo como esta escena cobra vida en mi mente por enésima vez. Estoy cansado.
Estoy realmente cansado de ella. Así que he encendido el ordenador y me he puesto a escribirla.
Vamos a ver si así logro sacarla de mi cabeza."
...
Allí acaba el texto.
Les soy sincero en una cosa: Hoy leo estas letras y me parece que fueron escritas por otra persona. Pero fui yo mismo quien las puso en el ordenador. El motivo: La "pérdida total de la esperanza".
Creo que antes no esperaba nada de nadie. Hoy espero, por lo menos, algo de mí mismo: Espero seguir escribiendo.
Lo que siempre me ha detenido las veces que una escena como la anterior viene a mi mente es que el día de mañana siempre puedo probar algo nuevo. Digo: si lo de hoy no funcionó, mañana podré intentar otra cosa. Y así sucesivamente. Hoy estoy viendo el mundo de las noticias de televisión detrás de las cámaras, es algo que siempre me intrigó. Mañana, tal vez pueda estar delante de ellas, o escribiendo en un diario o hasta vestido del color naranja de los monjes tibetanos viajando por el mundo.
He descubierto que siempre hay un motivo para retrasar nuestro final físico si éste parece venir por voluntad propia. El mundo está lleno de experiencias que "valen la pena vivir", sólo hay que salir a "buscar".
No es necesario saber qué buscas. Sino permanecer atento a las experiencias del día: la voz de un preso con un celular, de unas galletas que se reparten a la hora del descanso o del chico con "síndrome de Down" que trabaja como asistente de producción.
Por momentos te emocionas. Sientes que estás a punto de llorar. Tu mente desconoce la razón, pero el resto de tu cuerpo sí sabe por qué estás tan conmovido: Finalmente sientes que estás vivo.
Acuario.-